viernes, 10 de abril de 2009
Tener ilusiones con que soñar, deseos por realizar, metas por alcanzar, y anhelos por los que luchar… son elementos que nos diferencian de los demás y conforman nuestra existencia individual. Son producto y reflejo, al mismo tiempo, de nuestra propia humanidad. La ciudad, sin embargo, pareciera querer borrar todo ello obligándonos a ser parte de un grupo amorfo con gustos y aspiraciones similares, que nos aliena y hace perder de vista quién somos. Nos impone su dinámica, excluyente y agresiva, como único camino para seguir formando parte del conjunto humano que nos rodea. Nos somete a tensiones varias con el objeto de quebrar nuestra voluntad de vivir y convertir nuestra existencia en sobrevivencia.
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